Modelo de Shannon y Weaver
En 1948, Shannon y Weaver lanzaron una teoría matemática de la comunicación, casi al mismo tiempo que Laswell, elaboran su fórmula de cinco elementos. Se trata de un modelo de comunicación o, más exactamente, de una teoría de la información pensada en función de la cibernética, la cual es el estudio del funcionamiento de las máquinas, especialmente las máquinas electrónicas. Cuando Shannon habla de información, se trata de un término con un sentido completamente diferente del que nosotros le atribuimos generalmente (noticias que nos traen diariamente la prensa, la radio y la TV ). Se trata para él de una unidad cuantificable que no tiene en cuenta el contenido del mensaje.
El modelo de Shannon se aplica entonces a cualquier mensaje, independientemente de su significación. Esta teoría permite sobre todo estudiar la cantidad de información de un mensaje en función de la capacidad del medio. Esta capacidad se mide según el sistema binario (dos posibilidades, O ó 1) en bite (bínary digits) asociados a la velocidad de transmisión del mensaje, pudiendo esta velocidad ser disminuida por el ruido.
El modelo de Shannon se representa por un esquema compuesto por cinco elementos: una fuente, un transmisor, un canal, un receptor, un destino. Dentro de este modelo incluimos el ruido, que aporta una cierta perturbación.
Los elementos del modelo de Shannon y Weaver
a) La fuente: es el elemento emisor inicial del proceso de comunicación; produce un cierto número de palabras o signos que forman el mensaje a transmitir. Por ejemplo, puede ser la persona que, habiendo descolgado el teléfono y marcado el número, comienza a hablar. Puede ser, del mismo modo, el parlante de la radio o de la TV.
b) El transmisor: es el emisor técnico, esto es el que transforma el mensaje emitido en un conjunto de señales o códigos que serán adecuados al canal encargado de transmitirlos. Así, en nuestro ejemplo, el transmisor transformará la voz en impulsos eléctricos que podrán ser transmitidos por el canal.
c) El canal: es el medio técnico que debe transportar las señales codificadas por el transmisor. Este medio será, en el caso del teléfono, los cables, o la red de micro-ondas utilizada por la empresa telefónica en comunicaciones internacionales.
d) El receptor: también aquí se trata del receptor técnico, cuya actividad es la inversa de la del transmisor.
Su función consiste entonces en decodificar el mensaje transmitido y vehiculizado por el canal, para transcribirlo en un lenguaje comprensible por el verdadero receptor, que es llamado destinatario.
Es entonces el aparato telefónico, el receptor de radio o el televisor.
d) El destinatario: constituye el verdadero receptor a quien está destinado el mensaje. Será entonces la persona a quien se dirige el llamado telefónico o el conjunto de personas audiencia de radio o de TV.
f) El ruido: es un perturbador, que parasita en diverso grado la señal durante su transmisión: “nieve” en la pantalla de TV, fritura o lloro en un disco, ruidos de interferencia en la radio, también la voz demasiado baja o cubierta por la música; en el plano visual puede ser una mancha sobre la pantalla, un cabello en el objetivo del proyector, una falla de registro gráfico, etc. También se debe considerar, muy especialmente, el ruido no técnico.
Esto es, aquel que proviene del contexto psicosocial. Todos los elementos precedentes son considerados como ruidos que pueden, entonces, provenir del canal, del emisor, o del receptor, del mensaje, etcétera.
El modelo de Shannon y Weaver es muy atractivo debido a su relativa sencillez y flexibilidad. No obstante, análisis más detenidos muestran que en realidad no es mucho más que un modelo E-R ampliado. Dicho modelo explica poco sobre la comunicación humana.
Sin embargo el modelo de Shannon y Weaver ha demostrado ser muy útil y ha aparecido un sinfín de versiones en libros de texto sobre comunicación humana.
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Modelo de Lasswell
La propuesta de Harold Laswell adquiere diferentes denominaciones como modelo, fórmula, teoría, o paradigma, según el autor que haga el análisis y la exposición. Aun así, y según Moragas: "El paradigma de Lasswell, más que la causa, es el síntoma de una etapa y una tendencia de la investigación sobre la comunicación de masas que centra su atención en los efectos. El paradigma refleja la tendencia generalizada de la sociología de la comunicación de masas a sobrevalorar la influencia de las técnicas sobre el público, un público que no tiene otra función en el proceso comunicativo que ser el receptor pasivo de un mensaje que, necesariamente, y frente a su impotencia, conseguirá los efectos previstos"
Por su parte Wolf explica cómo el modelo fue desarrollado inicialmente en los años treinta: "en el mismo periodo dorado de la aguja hipodérmica"; pero la propuesta de Lasswell es altamente reconocida hacia 1948 –el mismo año del modelo matemático de Shannon- . ¿Quién dice qué? ¿A través de qué canal? ¿A quién? ¿Con qué efecto? Son las preguntas qué se hizo Lasswell y según las cuales puede desarrollarse una forma apropiada para describir un acto de comunicación. Siendo así, estos interrogantes permiten enfocar diferentes tipos de estudio comunicativo: los emisores, aquello por ellos difundido, el contenido de los mensajes, el análisis de los medios, y por supuesto, la incidencia en las audiencias. Es preciso recordar, también, que para Lasswell la comunicación es intencional y con un fin; que los procesos de comunicación de masas son asimétricos entre un emisor activo y una masa pasiva.
El modelo parte de las propuestas de la aguja hipodérmica y se convierte en su contraposición: "en efecto, si para la teoría conductista el individuo sometido a los estímulos de la propaganda sólo podía responder sin resistencia, los sucesivos estudios de la "communication research" coinciden en explicitar que la influencia de las comunicaciones de masas está mediatizada por las resistenciasque los destinatarios ponen en juego de distintas formas. Y, sin embargo, el paradigma lasswelliano de la comunicación ha logrado proponerse como paradigma para estas dos tendencias opuestas de investigación". El de Lasswell es el modelo de las preguntas; interrogar es su modo de explicar; o por lo menos de exigir y buscar una explicación. Su reflexión sobre la comunicación, acusada de concentrarse en los efectos es, a la vez, una reflexión amplia que abre caminos hacia el desarrollo de la reflexión e investigación en comunicación. En este caso se trata de propuesta y métodoen simultaneidad; pregunta y explicación, búsqueda y encuentro; sus limitaciones son, como lo ha dicho De Moragas, las de la comunicación misma, y hasta la fecha sorprende a muchos su vigencia.
Laswell dice; ¿Quién dice que, en que canal, a quién y con qué efecto? Estas preguntas le sirven para delimitar el campo de estudio.
¡QUIÉN! Análisis control
¡QUÉ! Análisis contenido
¡CANAL! Análisis medios
¡QUIÉN! Análisis audiencia
¡EFECTOS! Análisis efectos
El emisor nace deseando controlar los medios, en consecuencia la audiencia y por consiguiente los efectos. Laswell intenta delimitar el objeto de estudio dentro del ámbito de la Comunicación de masas. Cuando nos enfrentamos al estudio de la comunicación de masas necesitamos conocer el contenido de aquello que deseamos analizar. Este estudio genera otro estudio de los medios. El análisis de los medios.
El receptor es por si mismo otro objeto de estudio y de análisis. Finalmente el estudio de los efectos es necesario para comprender los objetivos de la Teoría de la Comunicación. La desventaja de Laswell es que no interrelaciona los diversos factores de la comunicación. Cada una de las preguntas puede conllevar estudios independientes .
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Modelo de David k. Berlo
La comunicación aparece en David Berlo como un proceso reglado (no como un simple acto) que permite al ser humano negociar su posición en el entorno en el que vive. De este modo, la comunicación es un valor de interlocución, de poder, de influencia, de control... La eficacia o ‘fidelidad’ de la comunicación, no obstante, está sujeta a estrategias y no produce resultados ciertos, sino que puede estar avocada al fracaso, generalmente por incompatibilidad entre el propósito de quien emite y la disposición de quien recibe. La eficacia radica, en buena medida, en eliminar, en un sentido amplio del término, los ‘ruidos’ que pueden distorsionar el propósito comunicacional. Desde el punto de vista de sus objetivos, los alcances de la comunicación son, según este autor, de dos tipos: aquellos que se satisfacen en el hecho mismo de la comunicación y los que, más allá que transmitir un mensaje, dar a la comunicación un carácter instrumental y persiguen una respuesta concreta (cambio de actitud, consumo, voto político, etc.).
Berlo, a través de su modelo denominado ‘S·M·C·R’ (source-message-channel-receiver) distingue, pues, la acción del emisor y su estrategia e intención de la del receptor. Este último puede aparecer como destinatario ‘intencional’, esto es, objetivo directo del mensaje del emisor, o como ‘no intencional’, que es todo aquel al que llega el mensaje, aun cuando no figuren como objetivo de la comunicación. Berlo aplica este esquema al conjunto de los fenómenos de comunicación, incluida la interpersonal, por lo que, según los tipos, se produce una síntesis o simplificación en los procesos que definen el protocolo de la acción comunicativa. Desde una posición conductista, para Berlo el proceso sigue las pautas del aprendizaje, estableciendo relaciones de causalidad a partir de la aplicación de las pautas procesales.
FUENTE: Constituye el origen, el punto de partida sensible a factores como las habilidades, el conocimiento, las actitudes y la posición socio-cultural.
CODIFICADOR: Traduce a una clave el mensaje destinado a obtener la repuesta esperada. Supone habilidades de hablar y escribir.
MENSAJE: Es el producto físico del emisor y su estructura debe estar compuesta por un código, un contenido y un tratamiento del mensaje.
CANAL: Es el vehículo de transporte el cual habrá de dirigirse a uno de los sentidos o varios para su percepción.
RECEPTOR - DECODIFICADOR: Es a quien se dirige el mensaje, la decodificación se refiere a las habilidades de leer y escuchar y comprender el mensaje que se quiso enviar. La decodificación de alguna manera resulta determinada por las actividades que el receptor guarde para sí mismo, hacia la fuente y hacia el contenido por su nivel de crecimiento del código.
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La comunicación como proceso reglado se atiene a las pautas clásicas de la acción comunicativa (Shannon y Weaver), con una posición emisora (fuente), una mediación (codificador) que transforma la intención de la fuente en mensaje, a transmitir por un canal (medio o soporte), que debe ser decodificado para ser eficaz en la producción de comunicación sobre un receptor (audiencia) final. La idea de ‘ruido’, analizada en el plano físico por Shannon y Weaver como merma del mensaje, paliable mediante la redundancia en el flujo emisor, la lleva Berlo al plano de la fidelidad o eficacia en el fenómeno de la comunicación humana. Y esa eficacia o fidelidad, esto es, la consecución de los objetivos fijados por la fuente, la basa en unas pautas que afectan al conjunto del proceso: Capacidad de la fuente en la formulación estratégica de sus objetivos (definición de qué y a quién se quiere comunicar), codificación adecuada (valores narrativos, retóricos, etc.), elección del canal más eficaz en función del mensaje y del receptor final, siempre en aras de transmitir seguridad, confianza y credibilidad, que aparecen aquí como valores asociados a la fidelidad. Pero, también, la eficacia pasa por la capacidad y facilidad de diálogo entre interlocutores que tienen distintos roles en el sistema social, incluso por una empatía cultural e ideológica de la fuente y del receptor; de modo que la proximidad en los rasgos de identidad facilitan el alcance de los objetivos (esto es, ‘hablar el mismo idioma’). En el caso de la comunicación masiva, el proceso debe partir del conocimiento del sistema social, de la posición de sus actores, de las posiciones receptivas (demandas, expectativas, formación, prácticas culturales, etc.). El propio sistema social, definido por los roles de sus agentes, es en sí, para Berlo, un sistema de pautas de comunicación, de proximidades, lejanías, afinidades y controversias. El conocimiento de las estrategias de comunicación de los propios agentes sociales condiciona también la propia comunicación dentro del sistema.
Pero hay un elemento diferenciador en el modelo teórico de Berlo y es la relación entre eficacia de la comunicación y gratificación del receptor. La recompensa se convierte aquí en el mecanismo reflejo de la aceptación y objetivación de la acción comunicativa. Se produce entonces un mecanismo de complicidad o conexión en la línea de intereses de los actores del proceso, a partir de la cual la efectividad de la comunicación alcanza un carácter reversible, que produce una alimentación de la fuente a instancias del receptor; esto es, lo que se ha dado en llamar 'realimentación', ‘retroalimentación’ o 'retroacción' (Berlo se acerca al modelo de Osgood, expuesto por Schcramm), que permite un refinamiento, rectificación o mayor sensibilidad y sintonía comunicativa en las sucesivas acciones del emisor. Berlo da un gran importancia a la recepción, y señala que “los significados no están en el mensaje, sino en sus usuarios”; esto es, la decodificación es el valor final y diferenciado que fija, por contraste con el propósito inicial del emisor, la eficacia de la comunicación.
Moledo de Schramm
Hay en la actividad de Schramm varias circunstancias que le convierten en una figura relevante en el desarrollo teórico de la comunicación, a pesar de la escasa novedad de sus aportaciones. Su pensamiento, como ocurre también en el caso de su discípulo Davir Berlo, adquiere una cierta autonomía científica y se formula como una especialidad académica definida: es un pensamiento de la comunicación. No es una extensión más de otro campo disciplinar, sino que se identifica con un fenómeno que adquiere relevancia creciente, tanto en su enfoque interpersonal como en el de la comunicación masiva (The Science of Human Communication, 1963). Schcramm escribe únicamente de la comunicación, de los medios y del periodismo.
Analiza, por ejemplo, los efectos de la violencia en los medios (Television in the Lives of Our Children, 1961), la dimensión ética de la práctica de la comunicación periodística (Responsibility in Mass Communication, 1957) y participa en el movimiento de pensadores, en los que están Rogers, Lerner, etcétera, que formula las bases de las teorías difusionistas del desarrollo, que son el embrión teórico del pensamiento latinoamericano de la comunicación para el desarrollo (Mass Media and National Development, 1964).
Se citan habitualmente los modelos de Schramm sobre el proceso de la acción comunicativa, aunque en realidad los planteamientos que hace, como muchos de los libros que coordina, son síntesis del pensamiento, puesta al día del estado del arte y, a la vez, una exposición sistematizada de sus entornos de pensamientos y academia más cercanos. El primer modelo, que suele atribuirse a Schcramm, fue formulado por el psicolingüista Charles Osgood, compañero de claustro en la Universidad de Illinois, y describe la comunicación como un proceso no direccional, sino más bien circular, donde emisor y receptor aparecen con carácter de simetría teórica, esto es, con capacidad dinámica de interlocución y diálogo (Process and Effects of Mass Communication, 1954). Está claro que el modelo piensa en las relaciones interpersonales y no es aplicable directamente a la comunicación masiva.
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Años después, plantea un nuevo modelo, en el que aparecen huellas de teóricos que él acerca a la dimensión mediática, al tiempo que hace especial hincapié en la naturaleza de comunicación como proceso, algo en lo que empezaba a trabajar su discípulo David Berlo, y en la destilación de los efectos de los medios en el alambique social de los grupos primarios y secundarios, en los que se mueven las audiencias a partir de la dimensión individual de la recepción, profundizando en las ideas de Katz y Lazarsfeld. Y también admite aquí una relativa acción de 'realimentación' o 'retroalimentación' (feedback) sobre el emisor.
Schramm integra en el proceso de la comunicación masiva el carácter profesional de la mediación y la labor de selección y codificación del periodismo. La construcción periodística adquiere significación en sus géneros, relieves tipográficos, selección de textos, etc. y hace referencia al gatekeeper o ‘guardabarreras’ que ya venía enunciado en Kurt Lewis, así como en las relaciones de concordancia entre el emisor y el receptor basadas en intereses y estímulos gratificantes, ya contemplados, entre otros, por la ex segunda mujer y colaboradora de Lazarsfeld, Herta Herzog.
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